En un compromiso que, sostuvieron, “cambia las reglas del juego", Estados Unidos y la UE anunciaron un acuerdo mundial con miras a reducir los niveles de emisión de metano en un 30% para 2030. El Compromiso Global sobre el Metano se planteó como una forma eficaz de frenar el calentamiento global a corto plazo, con 105 países firmantes, entre ellos grandes emisores como Brasil, Nigeria y Canadá.
El ex primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, puso en marcha la nueva Agenda de Avances de Glasgow para apoyar el acceso de “los países en vías de desarrollo” hacia la innovación, con la promesa de brindar las herramientas necesarias para la transición hacia las renovables y emisiones de cero neto. Más de 40 líderes mundiales –que representan más del 70% de la economía mundial– firmaron para que las tecnologías limpias sean la opción más asequible, accesible y atractiva a nivel mundial en los sectores más contaminantes para el año 2030. Pero esta medida ha vuelto a carecer de legitimidad. Los países industrializados siguen sin cumplir las promesas clave pregonadas en sus encuentros previos.
En 2015, antes del Acuerdo de París, los países más industrializados se comprometieron a movilizar 100.000 millones de dólares cada año a partir de 2020 para ayudar a aquellos países más marginalizados, que pudieran limitar sus emisiones y así alcanzar el objetivo de cero emisiones netas para mediados de siglo. Sin embargo, la promesa ya se ha incumplido al sólo recaudar 79.600 millones de dólares en la primera cumbre climática tras la pandemia, la COP26 en Glasgow. Esto representa un déficit de más de 20.000 millones.
Parecería que los países del África siempre se quedan con lo peor. La necesidad de reparaciones climáticas intensas resulta cada vez más urgente y grave cada año y con cada cumbre que transcurre.
Durante la COP26, se planteó como obligatorio que los países “desarrollados” abandonaran los combustibles fósiles y promovieran cambios hacia economías menos intensivas en carbono, al son del Gobierno australiano liderado por Morrison-Joyce que se negó a mejorar su objetivo de emisiones para 2030. Su inacción ha provocado que el país austral se convierta en un gran rezagado en materia de mitigación y adaptación al cambio climático en comparación con el resto del mundo.
La COP26 estuvo repleta de "buenas intenciones", con logros y promesas sustanciales, pero el mundo ha vuelto a cambiar con la guerra en Ucrania. Se presenta un escenario desafiante que será sin duda cuestión central en las negociaciones que se llevarán a cabo durante la COP27 en noviembre, en Egipto.