jueves. 25.04.2024
TRIBUNA | Elecciones en Brasil

¿Qué pasa en Brasil? Cinco apuntes para intentar comprender(nos)

Los resultados de las elecciones de Brasil nos sorprendieron a todos. Sorprendió a los institutos de investigación electoral, a los analistas políticos y a toda la gente que en ellos creía. Sorprendió, de manera general, a los demócratas. Sin embargo, no sorprendió a los votantes de Jair Bolsonaro, que desde 2018 entablan una dura campaña de deslegitimación de dichos Institutos. La fórmula para promover este tipo de negacionismo científico resulta de la suma de dos argumentos: la acusación de que “los Institutos de investigación electoral mienten” y afirmar que “las urnas electrónicas son fraudulentas”.

Fotomontaje | Elecciones en Brasil 2022
Fotomontaje | Elecciones en Brasil 2022

En ese sentido, ¿qué pasó con las predicciones que ponían a Luiz Inácio Lula da Silva 14 puntos sobre Bolsonaro, dándole chances de ganar en primera vuelta? No sabemos la respuesta: el escrutinio dio apenas un 5% de distancia entre ambos candidatos. Lula reunió el 48% y Bolsonaro el 43%, así que por 6 millones de votos Lula se perfila como el favorito para la segunda vuelta. Sin embargo, Bolsonaro ganó en tres de las cinco regiones del Brasil –incluso en la más poblada, el Sudeste–, y su formación –el Partido Liberal– obtuvo el mayor número de escaños de diputados federales y senadores en el sistema político nacional.

Es notorio que la comunidad internacional tiene un ojo puesto en Brasil y que en esa atención se mantiene el temor hacia lo que implicaría la reelección del actual presidente. No obstante, para poder comprender los resultados de la primera vuelta, habría que entender cómo piensa el pueblo brasileño en 2022, una tarea extremadamente difícil. Ahora bien, queda claro que hay muchos matices que los actuales Institutos de Investigación electoral no fueron capaces de captar.

Desde la resaca emocional, propongo unos apuntes que pueden ayudar a reflexionar sobre la situación a nivel nacional.

1) Otra vez se subestimó la fuerza del llamado “bolsonarismo” en la recta final de la campaña electoral. Si bien era esperado que creciera por poseer la “máquina pública”, la extrema derecha despuntó más de lo previsto. Y es que llama la atención la “disciplina” y cohesión entre los votantes de Bolsonaro, que aglutinaron sus votos para otros cargos ejecutivos y legislativos alrededor de su formación política: un movimiento no captado por las encuestas electorales. Actualmente, el Senado brasileño se encuentra compuesto por un 43% de fuerzas alineadas con Bolsonaro, hecho que implica una difícil condición de gobernabilidad, en el caso de que gane Lula.

2) Los votos de la llamada “tercera vía”, representadas por las candidaturas de Simone Tebet (MDB) y de Ciro Gomes (PDT) suman un total de 7%. Es decir, más que la diferencia entre Lula y Bolsonaro. La dirección de los votos de estos candidatos en la segunda vuelta será determinante para la victoria de Lula o, por el contrario y poco probable, para su derrota.

3) Si bien la abstención se mantuvo en aproximadamente el 20%, como ocurrió en 2018 y en 2014, la cantidad de votos anulados o en blanco ha disminuido substancialmente. Es decir, que la gente estaba más decidida sobre a quién votar, lo cual confirma la hipótesis del aumento de la polarización entre votantes. Otro hecho que contribuye a dicha hipótesis es la pérdida de escaños de los partidos tradicionales de centro, como el PSDB y el PSB.

4) La izquierda creció, pero menos que la extrema derecha. Entre las izquierdas, llaman la atención algunas candidaturas novedosas, como la representación de mujeres indígenas, negras y trans, que no solamente aumentaron sino además fueron entre las más votadas en sus estados para el Congreso Nacional. Entre ellas, están Sonia Guajajara (PSOL - SP), Talíria Petrone (PSOL-RJ), Duda Salabert (PDT-MG), Erika Hilton (PSOL-SP) y Célia Xakriabá (PSOL-MG). Seguramente, estaría también entre ellas Marielle Franco, asesinada por milicias, grupos paramilitares vinculados a la extrema derecha, en 2018. Estadísticamente, las mujeres crecieron un 18% en la Cámara de Diputados, en comparación a las elecciones de 2018. El Partido de los Trabajadores (PT), principal partido de izquierda, aumentó sus escaños para diputados nacionales de 54 a 80 y en el Senado de 7 a 9.

5) Se observa una consolidación del nacionalismo cristiano-conservador es la ideología política que acompaña la ola de ascensión de la extrema derecha global. Asimismo, los resultados del 2 de octubre confirman que el perfil de la sociedad brasileña sigue la tendencia de creciente identificación con dichos valores. Quizás esta afirmación es la que menos sorprenda, ya que la victoria de Bolsonaro en 2018 fue su mayor confirmación, pese a la decaída en los índices de aprobación a lo largo de su mandato, los cuales llegaron a un 30% en agosto de 2022.

Los siguientes gráficos ilustran la correlación de fuerzas en el Congreso Nacional brasileño: confirman la ventaja de las formaciones aglutinadas en torno a la extrema derecha, un escenario nunca visto antes en la joven democracia brasileña, y además sugieren la difícil gobernabilidad que enfrentará Lula en caso de que derrote a Bolsonaro el 30 de octubre.

Gráficos de la composición del Congreso Nacional Brasileño tras las elecciones generales del 2022 | Fotomontaje
Correlación de fuerzas en el Congreso Nacional Brasileño | Elaboración propia

Confieso que, desde 2018 hasta el domingo pasado, había una percepción de ralentización del crecimiento del bolsonarismo como ideología hegemónica en la sociedad brasileña. La crisis económica en Brasil, el aumento de los niveles de extrema pobreza y de hambre en el país, sumado a la memoria de una cruel gestión de la pandemia parecían elementos sólidos para debilitar la popularidad de Bolsonaro entre los ciudadanos. Repetidas veces he defendido que es un error asociar a todos los votantes de Bolsonaro con el fascismo, la defensa del porte de armas, la batalla cultural en contra del “marxismo cultural” y la “ideología de género”. Una visión que sigo defendiendo porque la realidad es más compleja que el ejercicio de generalizar. La cuestión principal parece ser que el legado de devastación económica y política que dejó el Gobierno de Bolsonaro no ha sido suficiente para que se establezca una tendencia de voto de protesta en contra del presidente, como esperaba.

Un momento decisivo

No sabemos bien por qué las encuestas no captaron el aumento expresivo de votos hacía Bolsonaro, ni para los candidatos de extrema derecha. Hay un par de suposiciones, como el hecho que no se realiza un Censo Poblacional en Brasil desde 2010, o un posible boicot de los bolsonaristas a las encuestas electorales. O incluso, errores sistemáticos de metodologías de los institutos, que deberían ser revisadas. En todo caso, los resultados de las elecciones apuntan a la consolidación de Brasil como exponente latinoamericano en la ola de ascensión de la extrema derecha global.

El nacionalismo cristiano-conservador hace prevalecer un sólo Brasil –armado, conservador y estrictamente cristiano, anticomunista y anti pautas LGTB+, anti-ambientalista, pro-Israel y pro-Estados Unidos–, en detrimento de todos los otros “Brasiles” que coexisten en nuestro territorio continental. Es asombroso notarlo, incluso porque los marcos conceptuales que caracterizan los estudios de la extrema derecha global –alt-right, nacionalismo cristiano, fundamentalismo transnacional– no estuvieron presentes en los análisis de los medios de comunicación a lo largo de la campaña electoral. Lo que sí se sabe es que la ola conservadora no está por agotarse. Pierda o gane Bolsonaro, el bolsonarismo –la extrema derecha– seguirá presente a largo plazo, ahora más fuerte que hace 4 años atrás.

La segunda vuelta se dará el 30 de octubre y se prevé que se agudicen los ánimos y se intensifique la disputa por el 7% que representa a los votantes de la “tercera vía”. Hay una esperanza de que estos votos sean transferidos mayoritariamente a Lula, ya que Simone Tebet, candidata de Centro-Derecha, y Ciro Gomes, de Centro-Izquierda, han decidido apoyar a Lula. Si bien Lula es el favorito, el bolsonarismo ya ha demostrado su fuerza electoral espontánea, “de última hora”, que no fue capturada por las encuestas electorales. Nada es imposible a partir de ahora.

Pese a todo, la polarización actual no puede resumirse en el esquema “izquierdas vs derechas”, o a “Lula vs Bolsonaro”, sino que eleva la dicotomía a “democracia vs golpismo”, “civilización vs barbarismo”. Como soñar nunca es demasiado, pese a la ola conservadora en Brasil, quizás la segunda vuelta pueda representar más bien un plebiscito en contra de Bolsonaro, para afirmar que la mayoría, aunque no se identifique con Lula o con la izquierda, prefiere tener un presidente que camine del lado democrático. Falta poco.

 

Daniel Freire es internacionalista brasilero-boliviano, especializado en Estudios Contemporáneos de América Latina. Investiga la lucha de los pueblos y naciones indígenas frente a los Estados-nación en América Latina, especialmente por medio del derecho a la autonomía, libre determinación y autogobierno. También indaga las temáticas de la plurinacionalidad, multiculturalismo e interculturalidad. Es a través de este último concepto que articula su columna en la Revista Transversal, La gente anda haciendo, a partir de ejemplos de experiencias concretas de movimientos y organizaciones sociales.
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