viernes. 19.04.2024
TRIBUNA | España

Ucrania y África: bajo el yugo del petrocolonialismo

Como en el África, el colonialismo acecha a Ucrania; una nación entera está siendo sometida a un genocidio muy real, alimentado por los delirios de imperio de un hombre financiado por la industria de los combustibles fósiles. Esa misma industria además está patrocinando la emergencia climática y la muerte de millones más. Para derrotar el caos climático, la transición a las energías renovables no puede esperar. Para salvar a los ucranianos, la derrota de Rusia no puede esperar. Vencer a los combustibles fósiles y a la dependencia energética pasa por derrotar a Putin y a los de su calaña cortando la financiación de su maquinaria bélica. En un irónico giro del destino, el destino de Ucrania y el de la humanidad están singularmente entrelazados. La victoria sobre un petrodictador tiene el potencial de liberar del petrocolonialismo a todo el planeta.

Fotomontaje | Revista Transversal
Fotomontaje | Revista Transversal

Dos mujeres miran por el cañón de la misma pistola. Una que apunta a toda la humanidad:

Ina María Shikongo, madre y activista climática, nació en un campo de refugiados en Angola. Un país que se encontraba sumido en una guerra fraticida que duró intermitentemente desde el 1975 hasta el 2002, resultado de la geopolítica occidental enfrentada a la soviética, financiada y alimentada por nuestra adicción global a los combustibles fósiles. Volvió a Namibia desde la antigua Alemania del Este en 1990, después de que su país se independizara del apartheid al descongelarse la Guerra Fría. Hoy, una empresa petrolera canadiense, ReconAfrica, está perforando su tierra en busca de petróleo y gas en la cabecera del delta del Okavango, el último gran oasis de África. Hoy por hoy, Europa no deja de buscar petróleo y gas a lo largo y ancho del continente.

Ina María lucha por detener la destrucción de su pueblo, de su país y del mundo. Ha llegado el momento de detener el genocidio mundial provocado por el petróleo y el gas, y sobre todo, acabar con el petrocolonialismo.

Svitlana Romanko, madre y activista climática, nació en Ucrania en la época de la Unión Soviética, de la cual su país se independizó en 1991 y que desde hace más de siete meses se encuentra bajo una devastadora invasión rusa. Es una guerra que se desarrolla de forma intermitente desde 2014, resultado de la geopolítica occidental enfrentada a la rusa, financiada y alimentada por nuestra adicción global al petróleo y al gas. Viviendo entre fantasmas de la Guerra Fría, ahora se ve obligada a vivir en un país medio destruido pero notablemente resistente. Mientras tanto, el mundo se enfrenta a múltiples crisis como consecuencia de ello, al son de la implacable emergencia climática.

Svitlana lucha por detener la destrucción de su país, de su pueblo y del mundo, difundiendo la relación entre los combustibles fósiles y la guerra, el arma de destrucción masiva por excelencia. Este es el momento de poner punto y final a todos los combustibles fósiles y acabar con los petrodictadores.

El horror de las guerras financiadas por hidrocarburos

Ambas mujeres lo conocen íntimamente. Las guerras que ambas han vivido, y que hasta ahora han dejado huérfana a una de ellas, están inextricablemente ligadas al petróleo y al gas. Sin embargo, desde que comenzó la invasión, Europa ha gastado más de 90.000 millones de euros en combustibles fósiles rusos, más que la totalidad de la ayuda militar internacional recibida por Ucrania.

Por irónico que parezca, los países europeos siguen estando entre los mayores financiadores del régimen de Putin. Esta absurda situación no puede, ni encontrará, solución en el acto miópico de sustituir la dependencia del gas ruso por el gas de Argelia, Egipto, Angola, Senegal, Mozambique o la República del Congo. Europa no puede seguir resolviendo sus crisis exportando sus problemas.

A pesar de que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) pidió el año pasado una moratoria sobre todos los nuevos proyectos de combustibles fósiles, su plan de 10 puntos para la reducción de la dependencia de la Unión Europea (UE) del gas ruso se queda drásticamente corto. Las medidas incluyen impedir nuevos contratos de suministro de gas con Rusia, la aceleración de los proyectos eólicos y solares, las bombas de calor y la maximización de las fuentes de baja emisión. Aunque se trata de un comienzo, su fallo fundamental radica en no reiterar su llamamiento a un esfuerzo global acelerado para abandonar la energía procedente de los hidrocarburos.

Sólo la energía sostenible y de origen local, como la eólica y la solar, pueden generar una verdadera soberanía energética. El Norte Global podría poner fin al legado del colonialismo y de los dictadores de una vez por todas negándose a financiar nuevos proyectos asesinos y ecocidas. No son sólo el gas y el petróleo de Putin los que hay que eliminar inmediatamente. Absolutamente TODOS deben desaparecer.

Si Europa decide invertir ahora en nuevos proyectos de combustibles fósiles y ampliar su infraestructura, la inevitable transición significará activos varados tanto en Europa como fuera de ella. Como resultado, el gas podría potencialmente ser ensalzado como fuente de “energía verde” y su vida útil quedará extendida indefinidamente, condenándonos a años, incluso décadas, de emisiones nocivas. De hecho, los parlamentarios de la UE recientemente han validado precisamente esto al votar que el gas "natural" representa una fuente energética sostenible de cara a la transición. Esto sólo puede describirse como una parodia y una traición a los compromisos climáticos.

El gas no salvará a Europa: la destruirá. Y de paso al resto del mundo 

Mientras los políticos siguen pregonando sus intereses nacionales en cuantiosas conferencias internacionales sobre el clima, como las COP, cumbres climáticas de las Naciones Unidas, incontables personas mueren en guerras patrocinadas por los hidrocarburos en un planeta cada vez más caliente e inestable. La próxima COP, la numero 27, organizada por Egipto, al igual que la siguiente que se celebrará en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), ambos importantes petroestados, presenta la singular oportunidad de que sus presidencias desempeñen un papel importante en generar un debate sobre el petróleo y el gas. ¿Tendrán la valentía de asumir el papel histórico correspondiente al momento e impulsar iniciativas internacionales de alto nivel, como el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles (FFNPT por sus siglas en inglés), o Más allá del Petróleo y el Gas (BOGA por sus siglas en inglés), así como triplicar la financiación para una transición verde global?

Es necesaria una revolución energética renovable

Para ello sería necesario reparar las pérdidas y los daños sufridos por los más vulnerables, incluidos los países africanos y Ucrania, generados por décadas de extracción y guerra. Apoyar a esos países, que son los que menos han contribuido a nuestro lamentable estado terrestre, pero que son los que más sufren las consecuencias, es crucial para que nuestro planeta pueda sanar. Esto pasa por la reconstrucción de una Ucrania verde junto con un mayor apoyo a las iniciativas internacionales como el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles (FFNPT por sus siglas en inglés) o Más allá del Petróleo y el Gas (BOGA por sus siglas en inglés), así como triplicar la financiación para una transición verde global.

Si Europa quiere prosperar debe empezar por fomentar un desarrollo limpio y sostenible, no sólo dentro de sus fronteras, sino más allá. Ya sea en Kiev, en Windhoek, Moscú o en Berlín, sólo al derrotar de la codicia inmoral del pertrocolonialismo y la industria de los hidrocarburos podremos vencer la militarización de la energía por parte de petrodictadores como Putin, y lograr verdaderos avances en la búsqueda de soluciones para la soberanía energética, así como para la emergencia climática y ecológica.

Ucrania y África: bajo el yugo del petrocolonialismo