viernes. 29.03.2024
ENTREVISTA | LITERATURA

"Me encanta que sea tan amplio el espectro de los medios en los que publico. Escapa de lo habitual"

Javier Aznar no es un periodista al uso. Tan pronto escribe sobre Jacques Cousteau como del último partido del Real Madrid o del abrigo que llevaba Jane Fonda el viernes pasado. No habla de política. Nunca. Ni falta que le hace. Publica en Vanity Fair y en el As, entre otros, y su podcast Hotel Jorge Juan es uno de los más populares en la actualidad. Quedamos con él en la librería Ocho y Medio de Madrid, un lugar que no es ni la primera ni segunda vez que pisa. Al igual que su vida, su forma de hablar está cargada de referencias futbolísticas, literarias y cinéfilas. Rodeados de libros y café, tuvimos la oportunidad de charlar con él sobre temas tan dispares como lo son sus textos y programas.
Javier Aznar y su libro, "¿Dónde vamos a bailar esta noche?", durante una entrevista con Transversal en la cafetería Ocho y Medio de Madrid | David G. Maciejewski
Javier Aznar y su libro, "¿Dónde vamos a bailar esta noche?", durante una entrevista con Transversal en el Ocho y Medio de Madrid | David G. Maciejewski

Antes de escribir para medios como GQ, Vanity Fair, Líbero o el As trabajabas en una consultoría financiera. ¿Cómo se dio ese cambio?

Siempre tuve esa pulsión y esa pasión por escribir. Sobre todo era pasión, me encantaba. En la carrera de empresariales tuve un par de asignaturas de libre configuración: técnicas de expresión oral y escritas. Eran las que más me gustaron, o de las pocas que me gustaron de la carrera. La profesora nos encargó un día una redacción. Yo ya escribía de forma aficionada para familiares o amigos, pero esta profesora se me acercó y me dijo: “Oye, esto está muy bien, ¿por qué no escribes algo más?’’. Y ese fue el click que me hizo querer escribir más. Fue ese empujón que, fíjate, no fue el típico momento de una profesora apostando por un alumno, por mí. Ni siquiera me llevaba especialmente bien con ella. Ni bien ni mal, era una relación muy indiferente. Pero pensé que si esta profesora me decía eso, pues por qué no iba a intentarlo. Además, era alguien que venía de un mundo externo, porque no es lo mismo que te lo diga un amigo, una novia o tu madre. Era una persona que no tenía nada que ver conmigo y se convirtió en el empujón que necesitaba. Entonces me puse a escribir más en serio.

"¿Por qué se puede escribir de fútbol sólo si eres un poco cazurro, o por qué puedes escribir en Elle si no tienes más pretensiones que la moda?"

¿Y ahí es cuando empezaste el blog?

Entonces, en 2008, empecé a trabajar en el mundo de la consultoría porque con toda la crisis pues tampoco había mucha opción para elegir. Le quise dar una oportunidad y estuve cinco años exactos. No me gustó desde el minuto uno. No era lo mío, ni me apasionaba ni me interesaba demasiado; y ahí fue cuando comencé a hacer colaboraciones con algún medio. Lo compaginaba, era bastante matada. Y en un momento dado pensé que si quería seguir dedicándome a esto necesitaba tomármelo más en serio. Y sobre todo dejar de decir que no a ciertas cosas que me iban surgiendo: oportunidades de viajes, entrevistas… ese tipo de cosas que por un tema laboral no podía hacer, porque me ocupaba mucho tiempo lo otro. Y entonces el salto me compensó. Por otro lado tampoco quiero romantizarlo, porque sí que es cierto que, llegado el momento, fue un poco de perdidos al río, pero no fue una decisión loca, bohemia ni romántica. Todo se pensó y se valoró en su justa medida.

Javier Aznar y su libro,
Javier Aznar y su libro, ¿Dónde vamos a bailar esta noche?, durante una entrevista con Transversal en el Ocho y Medio de Madrid | David G. Maciejewski

En cuanto a los medios para los que escribes, que difieren tantísimo en tema y en tono, ¿cómo lo haces para compaginarlos? ¿Alguna vez has tenido que escribir textos para Vanity Fair y el As en un mismo día, por ejemplo?

Sí, muchas veces. Siempre estoy con la cabeza un poco compartimentada, pensando siempre en el próximo artículo para As, para Líbero, para la columna de Vanity Fair… Me encanta que sea tan amplio el espectro de los medios en los que publico porque escapa de lo habitual. Por ejemplo antes escribía en Elle y era muy feliz. La gente me preguntaba que qué hacía yo en Elle, pero yo estaba fenomenal. Creo que además se tiende a infravalorar lo que hacen este tipo de revistas. Tienen secciones de cultura muy potentes, con gente muy válida y buena en lo suyo, aunque a veces tengan que escribir de temas que no sean lo que más les apasione. Yo aprendí muchísimo ahí, me encantaba ser un chico en Elle. Era como jugar a pierna cambiada, y lo que hago ahora en Vanity Fair es seguir un poco esa misma línea. Me encanta defender esa idea de que te puede gustar el fútbol a la vez que la cultura. Hay mucha gente por ahí que conozco que es así. ¿Por qué se puede escribir de fútbol sólo si eres un poco cazurro, o por qué puedes escribir en Elle si no tienes más pretensiones que la moda?

Mezclar ese tipo de intereses y de gustos me divierte mucho. Además, es algo deliberado. Podría escribir en revistas muy parecidas, pero noto que se pisan. En cambio estoy en Vanity Fair, en el As... Me llamó el director nuevo y me dijo que querían dar un empujón al periódico, contar con gente a la que le gustara el fútbol pero también otras cosas, y que además fuera joven. Y yo, que he leído siempre la prensa deportiva, siempre pensaba: “Ojalá algún día pudiera escribir ahí, ojalá escribiera gente más de mi perfil en estos sitios’’. Así pues, cuando me dan la oportunidad, es una responsabilidad cogerla. Porque si yo, que me he quejado de la deriva de la prensa deportiva, que me he quejado de las chicas As de la contraportada, que han tardado como 15 años en quitarlo y era bastante horrible… Si yo me estoy quejando de eso y cuando me dan la oportunidad digo que no, pues sería hasta cínico por mi parte.

Y, como decía Leiva, ¿cómo es ver tu cara en el As?

(Sonríe) En las tres últimas bodas que he estado han puesto esa canción, y en las tres hemos hecho esa gracia. Es lo que tienen las copas, que te permiten hacer ese tipo de cosas en la pista de baile sin que te sientas mal en el momento… e incluso bailar. Pero es lo que te digo, yo he crecido leyendo el Marca y el As porque, como buen forofo madridista, me compraba los dos. Me hacía ilusión escribir ahí.

"Garci es un tipo con muchísimo poso cultural. Y aparte es un tío que ganó un Oscar en 1981, cuando aquí en España casi ni se sabía hablar inglés"

Tanto en tus textos como en tu libro la nostalgia que reflejas inspira felicidad, alegría, buen rollo… es decir, tiene una connotación distinta a la usual, que suele estar ligada al pesar o la tristeza por no poder regresar a lo vivido. ¿Cómo de complicado te resulta relacionar la nostalgia con la positividad?

Yo creo que no es tan complicado porque estás a un paso. Hay un punto en el que dices: “Qué pena que esto ya no lo pueda volver a vivir, qué pena que esto se ha perdido, qué pena que no volveré a ser tan joven…”. Pero si te paras un pueblo antes, digámoslo así, y piensas: “Joder, qué bien lo pasé, qué felices fuimos, cómo no me di cuenta de lo feliz que era o de lo contento que estaba en esa época”... En esa parada de un poco antes dices: “Mira, pues eso que me he llevado”. A mí me sirve de mucho. No tengo ese pesar por la nostalgia como algo negativo, me gusta quedarme con lo bueno. De algún modo me resulta reconfortante hacer memoria y acordarme de esas cosas. Es como si se te muere algún familiar o amigo cercano: puedes o sentirte miserable porque ya no lo vas a poder disfrutar, o hacer ese ejercicio que al principio puede doler pero si luego eres capaz de domar ese sentimiento, es muy agradable acordarte de esas anécdotas, de esos pequeños momentos. De volver a disfrutar.

Javier Aznar (i) y Guillermo Albentosa en la cafetería Ocho y Medio de Madrid | David G. Maciejewski
Javier Aznar (i) y Guillermo Albentosa en la cafetería Ocho y Medio de Madrid | David G. Maciejewski

Sueles decir que José Luis Garci es uno de tus referentes. Pero él refleja a la perfección ese otro tipo de nostalgia, más triste, en sepia o blanco y negro. ¿Hay algo en él que te haya influido a la hora de escribir sobre la nostalgia?

A mí (José Luis) Garci me ha influido muchísimo. Me gusta reivindicarlo porque creo que le hizo mucho daño lo del Homozapping, esa especie de caricatura, de parodia fumando viejuno, rancio… Por eso me gusta que haya sacado El crack cero ahora y haya ido relativamente bien. Creo que es un tipo con muchísimo poso cultural. Y aparte es un tío que ganó un Oscar en 1981, cuando aquí en España casi ni se sabía hablar inglés. Es un hombre adelantado a su época, un pionero. Parece que aquí se nos ha olvidado lo difícil que era eso. Es un enamorado del cine que te contagia esa pasión. Creo que fue Umbral el que dijo que Garci escribe mejor que dirige. Escribe muy bien, tiene un acervo cultural potentísimo y luego aparte tiene mucha facilidad para transmitir esa pasión, ese entusiasmo por lo que le gusta y por lo que le divierte. Tiene libros que son una maravilla. Me ha influido mucho, para bien. De pequeño escuchaba Cowboys de medianoche y lo sigo haciendo. Eso va calando en ti. El otro día estuve con Pedro García Cuartango, que es otro tipo que también maneja la nostalgia como poquísima gente, es un maestro y además una persona encantadora. Va a sacar un libro en enero con Círculo de Tiza que se va a llamar Elogio de la quietud. Es un tío con una capacidad tremenda para evocar. Te habla, por ejemplo, de un otoño en París cuando él estudiaba filosofía allí, e ipso facto te dan ganas de mudarte. Y también es capaz de no quedarse sólo en la tristeza, sino que te hace querer compartir esa sensación con alguien.

"Hotel Jorge Juan me da ese espacio que yo quería para mostrar conversaciones más informales. El podcast es perfecto, es un medio muy ad hoc para todo esto"

Sobre tu podcast, Hotel Jorge Juan, ¿cómo surge la idea? ¿Qué expectativas tienes ahora que está entre los más escuchados? En tu último programa has anunciado que habéis renovado y habrá elementos nuevos sin salirse de la tónica general.

(Risas) Lo pensaba mientras venía, que igual os había reventado un poco la entrevista. Veo por aquí sonrisas cómplices, lo habéis hablado antes, ¿no? Bueno, Hotel Jorge Juan surge porque a mí me encantaba escuchar podcasts y creo que, en el futuro, una parte de lo que va a venir a España es esto. Ha tardado, porque en Estados Unidos ya llevan mucho tiempo, y aquí como que no acababan de arrancar. De esto que piensas: “A ver si algún día me invitan a uno o alguien tiene un podcast y puedo colaborar con ellos”. Pero hubo un momento en el que dije: “No. Voy a coger yo las riendas de esto y me voy a encargar”. Porque a veces tú tienes una idea muy clara pero los demás no son capaces de verla, y a mí me cuesta mucho transmitir esas cosas que hay en mi cabeza. Pensé que, en vez de esperar a que las cosas surgieran por arte de magia, que es lo que siempre hago con mi vida, pues ¿por qué no tomaba yo la decisión? Y entonces estuve como tres meses de auténtica parálisis, que es lo que siempre me ocurre. En cuanto veo un obstáculo digo: “Mira, es que esto no se puede hacer”.

Casualmente, yo tenía esa idea del podcast y al mismo tiempo la gente de Seagram’s me contactó porque querían que hiciera algo con ellos. Además me daban muchísima libertad. Me dijeron: “Oye Javier, queremos hacer algo contigo que se escape de lo habitual, no queremos la foto tuya en Instagram de aquí, tomando un Seagram’s, o hashtag Seagram’s, hashtag Gin’’. Querían una colaboración sostenible en el tiempo, y a la vez, también en Vanity Fair querían algo así. Y aunque no soy el más avispado, pensé que se podía trazar una línea entre esos puntos de unión. Le dije a Seagram’s que quería hacer un podcast porque creía que en España había un terreno fértil para hacer cosas así, y también le podía interesar a Vanity Fair. Ellos me dijeron que estaban encantados con la idea, me dieron todo tipo de facilidades, de dinero, de libertad, de todo. Y entonces salió. Al principio no tenía muy claro cómo quería enfocarlo, pero poco a poco el tema ha ido desenvolviéndose solo. Estoy encantado porque me da ese espacio que yo quería para tratar temas que a lo mejor no me valen para un artículo, o quiero desarrollarlos más, mostrar conversaciones más informales. El podcast es perfecto, es un medio muy ad hoc para todo esto.

"Me gusta hacer esa parte de prescriptor"

En tu columna para Vanity Fair cuentas todos los domingo qué es lo que más te ha gustado de la semana: libros, películas, restaurantes… ¿Hay alguna semana en la que no hayas encontrado suficiente material? Hace poco vi que algún usuario te decía en Twitter que estabas bajando un poco la duración de tus artículos, y tú respondiste que hay semanas en las que no tienes por qué tener mil cosas para recomendar.

Sí, me escribió una chica y me dijo que llevaba unas semanas en las que la columna era algo más corta. Y bueno, es que hay semanas en las que inevitablemente eres menos feliz. Tampoco voy a forzar mi felicidad. Me gusta que sea así, que sea algo flexible. De hecho otra lectora me propuso hacer una columna sobre cosas que he odiado cada semana. Y sí, podrían ser muchas también. Pero es lo que decía el escritor Rodrigo Fresán: “Hablemos de las cosas que nos gustan”. Decía que ese podría ser su escudo de armas... Pues también es el mío. Me gusta cuando la gente comparte su pasión y su entusiasmo por las cosas. Además, lo negativo es lo fácil. También decían por ahí que la felicidad se escribe con tinta invisible. Y es verdad, a veces es complicado decir por qué te gusta lo que te gusta. Es un ejercicio más complejo de lo que uno puede creer. Es mucho más fácil hacer una crítica cáustica, con muchos clicks, sobre una película en el cine, de una serie o de lo que sea. Te cebas con Cincuenta sombras de Grey o puedes estar desparramando una hora sobre la última película de Star Wars. Creo que es más difícil decir por qué te ha tocado, qué es lo que te ha gustado de ella o hacer una defensa no irónica de una película más tontorrona, o romántica si quieres, y decir: “Pues oye, yo creo que esto está bien porque...”. Eso es más difícil, porque tienes que apelar a esas sensaciones que te ha provocado y a las que muchas veces no puedes poner nombre. Para mí eso es un reto más difícil, me parece más atractivo.

Javier Aznar (i) y Guillermo Albentosa en la cafetería Ocho y Medio de Madrid | David G. Maciejewski
Javier Aznar (i) y Guillermo Albentosa en la cafetería Ocho y Medio de Madrid | David G. Maciejewski

Esta columna dominical son como dosis de pequeños placeres que vas dando todas las semanas.

Sí, intentamos hacer eso. Hay veces que por trabajo o por lo que sea la gente no puede estar al tanto de todo lo que ha salido, y por eso me gusta hacer esa parte de prescriptor. Hay periodistas americanos o gente que sigo por otros lados en cuyas recomendaciones me fijo mucho y pienso que, si eso le ha gustado a ese tipo, a lo mejor también puede interesar. O no. Pero genera un debate interior. También lo hacen los de La Cultureta y me gusta. Y es eso, si La Cultureta hiciera un podcast sobre lo que no les ha gustado pues no me atraería tanto.

¿Y cómo surge esa querencia por transmitir los pequeños placeres?

Lo hacía en Twitter de vez en cuando y entonces Alberto Moreno, que me fichó para hacer cosas en GQ, llegó como director a Vanity Fair y me ofreció que me fuera con él. Con Alberto tengo muy buen feedback, hablamos muchísimo y un día me dijo: “Oye, ya que haces esto en Twitter y a la gente le gusta lo que recomiendas, ¿por qué no tienes una sección aquí?’’.

Volviendo a tu podcast, ¿a quién te gustaría invitar?

Para empezar, existe la barrera del idioma. Es evidente que no voy a hacer un podcast en inglés o en francés. Hay mucha gente interesante con la que me gustaría hablar, pero no lo voy a hacer porque, al ser un podcast en español, no tiene sentido. Se me ocurren muchísimos autores o directores de cine, pero es una pena por esa razón. En cuanto a españoles… esta pregunta no me gusta responderla mucho porque parece que automáticamente ya los doy por perdidos, y sinceramente quiero pensar que cualquier persona puede venir al podcast en un momento dado. Uno de los invitados soñados sería Iñaki Uriarte, porque me fascinan sus diarios. Entre mis futuribles también tengo a Cuartango, que va a venir dentro de poco. Y luego me gustaría charlar con Hernán Casciari, que es argentino y un tipo muy interesante, siempre va muy por delante de todo, es un tío con mucha visión y sus libros me han gustado mucho. Tiene mucho sentido del humor, con mucha capacidad creativa. Hay mucha gente que me gustaría llevar algún día. Con Garci también he hablado para ver si viene dentro de poco.

¿Y en cuanto a deportistas?

Me gustaría llevar a Mireia Belmonte, es una auténtica bestia, una persona muy interesante. La natación siempre me ha parecido un deporte tan duro, tan mental… estar entrenando ahí, en la oscuridad, sin hablar ni escuchar nada, sin música. También me gustaría invitar a Garbiñe Muguruza, que se lleva bastante bien con Vanity Fair y le dieron un premio. Respecto a jugadores de baloncesto o futbolistas, ya he entrevistado a Xabi Alonso, Pau Gasol, Rudy Fernández… pero también me atrae muchísimo el perfil de entrenador. Me gustaría entrevistar, por ejemplo, a Pablo Laso, que lo está haciendo muy bien en el Real Madrid de baloncesto. Es muy difícil entrenar tantos partidos a gente tan talentosa. Tienes que ser muy líder, saber imponerte y adaptarte. Y él tiene un estilo determinado, es la mezcla perfecta: hacer de líder y aprender a lidiar con egos.

"La Euroliga es mortal, porque aparte de estar jugando contra los mejores, tienes que jugar luego una Final Four, que como tengas un mal día…"

Creo que lo más reseñable de tu podcast es que consigues enganchar al oyente sobre temas que, a priori, no suelen interesar. Por ejemplo, nunca pensé que podría, o querría, escuchar un programa de más de una hora sobre alta costura, estrellas michelín o bodas hasta que me topé con el tuyo. ¿Cómo consigues transmitir ese entusiasmo? ¿O no eres consciente de ello?

El primer sorprendido soy yo. Tampoco sé de primeras que una charla sobre Balenciaga pueda dar tanto juego. A veces es porque tengo afinidad con el invitado, como en el caso del programa sobre bodas, porque con Cristina Ruiz Montesinos me llevo muy bien. A Eloy Martínez de la Pera no lo conocía tanto, pero es tan personaje... es muy culto, pero también es como un actor. Tiene una capacidad tremenda para contagiar, para que te metas muchísimo en lo que te está contando. Es muy bueno y se dedica a eso. Sabía que para el podcast una persona así viene fenomenal. Hace pocos días estuve en París con Diego Martín, que es actor y un tío con muchas inquietudes. Y aunque todo el mundo puede tenerlas, a la hora de expresarse o de contagiar ese entusiasmo es complicado. En cambio, un actor tiene muchísima facilidad para hacer eso. Maneja muy bien el tema de la dicción, sabe muy bien cómo usar las pausas y cómo golpear para contagiarte, y eso en el podcast se valora mucho porque al no estar viendo a las personas, necesitas una dosis extra. Lara Hermoso y Lucía Taboada también han trabajado mucho en radio y saben cómo llegar al público. Hay veces que los temas son secundarios. A mí también me pasa con muchos podcasts. De primeras piensas “a ver qué me van a contar...”, pero luego, como es gente tan apasionada y que sabe tanto de ese tema en concreto, te metes muy fácilmente. Es gente que domina tanto el tema, y les gusta tanto hablar sobre eso, que rápidamente te dejas llevar por el entusiasmo.

Pasamos ahora a un pequeño cuestionario, empezando por conocer quién es el jugador de fútbol con el que más has disfrutado desde siempre, así como en la actualidad.

Esta es una pregunta seria, me lo tengo que pensar. (Risas) Hasta ahora he dicho lo primero que pensaba, pero esto me lo quiero pensar de verdad. (Hace una breve pausa). Ahora estoy muy ilusionado con Valverde, la verdad. Y un jugador que disfruté viendo… siempre te voy a decir Toni Kroos, porque es una gozada verle jugar. De toda la vida, Xabi Alonso. Es amigo y he vivido sus partidos de forma especial.

¿Sigues más la Euroliga o la NBA?

La Euroliga. Me parece una competición infravaloradísima. Me encanta y creo que no se le da tanto bombo. El formato actual es que todos los equipos buenos de Europa jueguen entre ellos continuamente, sin parar en todo el año. No es como la Champions, que tienes una liguilla primero y está hecha para que los dos mejores se clasifiquen siempre. Luego tienes un parón de diciembre a febrero. Y luego los cuartos y demás, que sí son muy emocionantes, pero precisamente por eso, porque son muy de un momento concreto. Si llegas con lesiones o en un estado de forma algo peor, te penaliza mucho. Tiene esa gracia porque es algo incierto. Pero la Euroliga es mortal, porque aparte de estar jugando contra los mejores, tienes que jugar luego una Final Four, que como tengas un mal día… Por eso la sigo mucho. Ahora bien, la NBA siempre me ha gustado muchísimo y siempre la he seguido con interés. No voy a decir que ahora la sigo más por Luka Doncic, pero es como si tuviera a un primo mío jugando ahí. A Luka lo llevo viendo en el Palacio toda la vida, siempre he deseado que llegara y estoy orgulloso de que le vaya bien.

¿Pensabas que Doncic iba a triunfar de este modo, tan temprano? Es el segundo más votado de toda la liga para el All-Star, sólo por detrás de Lebron.

No tenía ninguna duda de que la iba a romper. ¡Es que es buenísimo! Es un tipo especial, inteligentísimo en todas las facetas, en la pista y fuera de ella; se sabe llevar bien con todo el mundo, es competitivo, buen compañero, con una calidad inmensa. Hubo un verano, cuando empezó, que yo tenía alguna duda porque no tenía muy buen tiro de tres. Estuvo todo ese verano entrenando y al final tenía un tiro magnífico. Es que es un elegido. Aprende de sus errores con mucha facilidad. Con el Madrid fallaba una canasta decisiva en el último minuto, y al cabo de dos partidos lo hacía bien.

¿Qué restaurante recomendarías en Madrid? ¿Y en Santander, o algún otro sitio que te haya sorprendido?

En Madrid, fuera del circuito más cool, por así decirlo, hay algunos a los que siempre voy y soy muy feliz. Me encanta El cisne azul, La tavernetta, que es un italiano en la calle Orellana y lo lleva un tío siciliano que se llama Angelo y te hace platos como pasta con cazón y cosas así. Muy original. También me gusta mucho la barra de Madrid de toda la vida: Cuenllas, El babero, Laredo, Rafa... En Santander me encantan todos los de Paco Quirós: La Maruca, La Bien Aparecida…

Javier Aznar y su libro,
Javier Aznar y su libro, ¿Dónde vamos a bailar esta noche?, durante una entrevista con Transversal en el Ocho y Medio de Madrid | David G. Maciejewski

¿Serie que recomendarías?

Se acaba de terminar la segunda temporada de Sucesión y la he disfrutado muchísimo. Está en HBO, la produce y dirige Adam McKay, que hizo The Big Short (La gran apuesta) y tiene un humor muy particular. También la produce Will Ferrel, otro con un humor muy suyo. Es una serie que va de una familia con mucha pasta, el equivalente de Rupert Murdoch, el presidente de Fox, y trata de las intrigas palaciegas entre la familia, con un guión muy particular y unas interpretaciones bastante impactantes. Me ha encantado.

"Salir del cine me parece un acto muy radical: tienes que molestar a la gente"

¿Y en cuanto a películas?

Pues de las últimas que han salido, fui el otro día a ver Mujercitas y me gustó mucho. También vi hace poco la de Parásitos de Bong-Joon hoo y me gustó muchísimo. Cuando la estaba viendo había algo ahí que no sé si… esos cambios de humor a tensión, que pensé que a lo mejor no gustaba tanto esa película. Pero le das vueltas y vueltas y vueltas. Hay un par de escenas, una en concreto que es la del olor, cuando el padre de la familia adinerada se mete con el padre de los parásitos y le dice que huele a trapo hervido o algo así; y entonces el tío se huele. Es una escena muy potente. Es algo que no se puede definir pero que está dentro de tu piel. Y ves cómo eso es lo que mata al tío, porque él puede tratarle como sea, puede hacer todo tipo de recados, puede trabajar de sol a sol, pero que se meta con su olor… y que él no haya sido capaz de detectarlo, es lo que hace que se le vaya la pinza. Ese director me encanta, me gustó mucho Memories of Murder (Crónicas de un asesino en serie).

¿Alguna película que hayas sido incapaz de ver aún intentándolo varias veces?

Es verdad que hay algunas a las que tengo que volver a darles una oportunidad. El otro día mi padre me contó que se había ido del cine con El gran Lebowski. Es una película que a mí me encanta y mi padre me tomaba el pelo con esto: “¿Pero cómo te puede gustar esa película?”. Y no sólo me gusta sino que es de mis favoritas. Y él se salió del cine. Salir del cine me parece un acto muy radical: tienes que molestar a la gente. Cuando veo a alguien que se sale del cine, aunque sea al cuarto de baño, pienso: “¿Qué le habrá pasado, por qué no puede más?”. Me distraigo, estoy todo el rato preguntándome adónde se va, si habrá quedado y se le ha hecho tarde, si alguna escena le ha parecido incómoda...

Pero volviendo a la pregunta, hay varias películas con las que me he quedado dormido en casa, viéndolas en Netflix, y después no he tenido interés en retomarlas. Pero sobre todo tengo muchos problemas con las películas de acción, con la típica persecución de coches. Me distraigo, de repente se me va el santo al cielo y desconecto bastante. La de Cuchillos por las espalda (Knives Out) es otra película bastante inteligente y rara. Hay un momento que me hizo mucha gracia en el que justo hay una persecución. Me he acordado por lo que decía antes. Se baja el policía y le dice a Ana de Armas que ha sido la persecución más triste de toda la historia. Todo ese proceso es como muy lamentable y me hizo mucha gracia. Dentro de lo que es una persecución, que tiene un extra de tensión, acaban riéndose de ese cliché.

"En España asociamos la corrupción a algo meramente económico. También hay corruptelas en el día a día que son tanto o más graves que robar dinero"

Y no sé si querrías recomendar algún podcast…

Escucho muchos, la verdad. Me gusta muchísimo uno que se llama In The Dark, sobre todo la segunda temporada. Es un podcast de investigación sobre un caso real y muy rocambolesco de un tío, Curtis Flowers, condenado a muerte por un asesinato que mucha gente cree que no cometió. Es un proceso de investigación apasionante, un trabajo de periodismo absolutamente asombroso. Tiene momentos en los que se te cae la mandíbula. Y ha tenido un impacto tremendo, ahora de hecho el caso está en el Tribunal Supremo de Estados Unidos para ver si le quitan la condena o no. El podcast tiene mucho impacto en la investigación porque se han destapado muchas historias que se han hecho mal. Es brutal. Entrevistan a gente tremenda, al fiscal, a los abogados, a los testigos… ves como todo es susceptible de ser corrupto. Hay una cosa que me interesa mucho: a raíz de los últimos acontecimientos en España asociamos la corrupción a algo meramente económico, y a mí me interesa mucho la corrupción moral. También hay corruptelas en el día a día que son tanto o más graves que robar dinero. Y este podcast está plagado de estas historias.

Uno que me ha servido de inspiración es el de Alec Baldwin, que tiene una voz maravillosa y conversa con gente del cine, con compañeros suyos de trabajo. Es muy interesante. El otro día escuché uno con Noah Baumbach, el director de Historias de un matrimonio, de Netflix, y Alec Baldwin contaba anécdotas de él trabajando con Anthony Hopkins, Woody Allen, Meryl Streep, Cate Blanchett… Cosas de su día a día que no estás acostumbrado a oír, sus rifirrafes con algún director y cosas así. Y todo eso, hablado con otro director, es muy interesante.

Hay otros, como el de WTF, del humorista Marc Maron, que también me gustan mucho. Es un podcast también de conversaciones, uno de los pioneros. Y también está el de The Mystery Show, que es bastante peculiar y uno de mis favoritos. Sólo se hicieron seis capítulos, todos de una chica, Starlee Kinethat, que resolvía pequeños misterios, aunque muy raros. Uno, por ejemplo, es sobre una escritora muy poco leída y que, de repente ve un día en una foto a Britney Spears, en el auge de su fama, saliendo de un restaurante con su libro. Starlee Kinethat trataba de averiguar por qué había sucedido eso. Otro pequeño misterio iba sobre una chica que había alquilado una película romántica en un videoclub y al día siguiente, cuando va a devolverla, ya no estaba el sitio. Había desaparecido, el local estaba en alquiler y no había nada dentro. Lo divertido de estos programas es el viaje, y no tanto el misterio resuelto. Este podcast tuvo muchísimo éxito y recibió algún premio… Pero, de repente un día, Starlee dijo que no iba a poder publicar la siguiente temporada por desavenencias con la productora. Y nunca más se supo. Fue un poco acorde a su programa: un misterio dentro del misterio.

¿Y algún libro?

Pues mira, ahora me estoy leyendo este y me está encantado. Se llama My year of rest and relaxation. Va de una chica que de repente dice “paso de todo”, y se dedica a estar en su piso de Nueva York sin salir de ahí, sólo tomando café y antidepresivos. Te cuenta un poco su vida y me está gustando mucho.

"Si a todo el mundo le gusta selfie, deja que la gente use selfie, no seas brasas. ¿Y por qué ahora emoji sí, y no emoticono?"

Y bueno, estando donde estamos, y en el momento en el que estamos, quería saber si te has llevado muchas críticas por no mojarte ideológica o políticamente.

No, para nada. De hecho te diría que incluso un poco lo contrario. La gente como que, entre comillas, me lo agradece. Creo que les gusta acudir al podcast o a lo que escribo porque saben que son lugares ajenos. Intentamos que no sean sitios de confrontación, libres de eso. Y yo quiero que sea así. Si ya estás toda la semana de mal humor por lo que pueda parecerte esto o lo otro, o por Twitter, que se está siempre a la gresca, aquí puedes encontrar un espacio libre de humo, por así decirlo. Creo que la gente agradece que esto sea un oasis en ese sentido y que yo no sienta la necesidad de explicarme políticamente.

¿Recuerdas algún comentario de espectadores u oyentes con especial interés, porque fueran bizarros o porque te hayan ayudado en algo?

Todos los días tengo feedback de oyentes y lectores, y la verdad es que me ayuda muchísimo. Me gusta que haya esa relación, que sea fluida. Pero, como en todo, he aprendido a no dejarme llevar por las opiniones. Y es curioso, porque en el mismo día he recibido opiniones totalmente contrapuestas, desde gente que me dice que hablo poco de mí, o que hablo poco en general, a que en ese mismo día me digan que hablo mucho. Otros días, que hablo muy lento o muy rápido. O este invitado “no me gusta nada” y este invitado “me ha parecido el mejor”.

Tienes que tener tus ideas muy claras para que lo otro te sirva de ayuda en algunas cosas, pero tampoco sea lo que te marque la agenda o el camino a seguir. Pero sí que me gusta mucho hablar con oyentes y lectores, y sobre todo ver cómo lo digieren y cómo respiran más allá del mensaje que me quieran dar.

Y ya para acabar, ¿qué piensas sobre la palabra del año de la Fundéu?

Me horroriza. Me horroriza que la Fundéu se haya convertido en esto de la palabra del año. No me gusta que se empeñe en castellanizar las palabras. Por ejemplo, con selfie sin la e. Si a todo el mundo le gusta selfie, deja que la gente use selfie, no seas brasas. ¿Y por qué ahora emoji sí, y no emoticono? La Fundéu debería estar reforzando las palabras, pero en lugar de eso parece que esté como apoyando lo del emoji, que es algo que colapsa nuestro día a día.

 

Entrevista: Guillermo Albentosa | Fotografías: David G. Maciejewski | Edición: Sofía Torres
"Me encanta que sea tan amplio el espectro de los medios en los que publico. Escapa de...