martes. 19.03.2024
ENTREVISTA | Alma Rodríguez

"El periodismo cultural consiste en dar herramientas para intentar entender el mundo"

La escritora Alma Rodríguez (Zaragoza, 1983) comenta la actualidad de la industria editorial y desvela detalles sobre sus pasiones, influencias y colaboraciones. Aunque estudió Filología Hispánica, ha compaginado su pasión por la escritura con trabajos en la hostelería e incluso se ha disfrazado de mascota en eventos, pero también ha ejercido en librerías y editoriales.

Aloma Rodríguez. Fotografía de la web Microrevista.com
Aloma Rodríguez. Fotografía de la web Microrevista.com

Su relación con los libros le viene de familia: su padre y su hermano, Antón Castro y Daniel Gascón, respectivamente, se dedican a la escritura y al periodismo. Ella ya ha publicado cuatro libros con la editorial Xordica: París Tres, 2007; Jóvenes y guapos, 2010; Solo si te mueves, 2013; Los idiotas prefieren la montaña, 2016. Además, estuvo al frente de la sección de Cultura de Ahora, el semanario de Miguel Ángel Aguilar, y colabora regularmente con columnas culturales en la revista mensual Letras Libres y en el Heraldo de Aragón.

Rodríguez entra con aire confundido en el Toma Café Olavide de la calle Santa Feliciana. Son las 11 de la mañana de un miércoles y, cuando se quita las gafas de sol, sus ojos delatan falta de sueño. Antes de pedirse un café con leche –en taza grande–, se despide de una mujer que resulta ser Rosa Paz, su vecina, pero también subdirectora de La Vanguardia. Se sienta a la mesa con aspecto cansado.

¿Se considera escritora?

Sí, aunque me da un poco de respeto la palabra. Pero creo que es importante no tener miedo y asumir lo que eres para no estar pidiendo perdón. La primera vez que lo acepté fue en una clase de italiano. La profesora me pidió que me presentara y me salió decir que era escritora.

¿Cómo es su día a día?

Trabajo como editora en la revista Letras Libres, que me quita mucho tiempo: leer y trabajar textos, pensar temas, leer libros para reseñarlos… Y en mis ratos libres, es decir, en mi tiempo de ocio, escribo mis cosas.

Recientemente publicaba en Letras Libres la columna «A quién le importa lo que contamos», donde dice que a los jóvenes escritores les cuesta encontrar público.

Sobre todo a los prosistas. Hay un boom de poetas jóvenes que sí que encuentran su público, pero a los prosistas les cuesta más.

¿Es económicamente factible ser escritor para un prosista joven o no consolidado?

Casi nadie vive solo de la literatura. Y mucho menos de lo que publican como escritores. Todo el mundo tiene otro trabajo o vive de las becas o escribe en periódicos o traduce textos o trabaja en una editorial. Todos estamos con ñapas precarias que vamos sumando y con eso consigues algo semidecente. Pero en eso estamos todos, sobre todo los de mi edad.

Hace una semana estaba con Daniel Pennac y decía que los escritores no pueden ser amigos de los periodistas. Eso en España es imposible porque casi todos los escritores son periodistas o trabajan como periodistas porque ser escritor no te da para vivir. Todos colaboran en periódicos como columnistas. Hay muy pocos escritores en España que sean solo escritores. A lo mejor Javier Marías, y aún así tiene una columna todos los domingos en El País Semanal.

Se queja de que es especialmente duro para los escritores nacidos en los años 80.

Lo de no tener público no lo decía como un lamento ni con amargura. Por un lado creo que nos da mucha libertad, porque no te tienes que preocupar por perder público: ya partes de que no lo tienes. Y al mismo tiempo te plantea un reto: te tienes que preguntar por qué, ¿no? Es decir, ¿por qué no interesan? ¿Por los temas? ¿Porque hay muchos? ¿Porque está muy polarizado? Todo eso influye.

Aloma Rodríguez. Fotografía de Daniel Heredia para Xordica Editorial
Aloma Rodríguez / Fotografía de Daniel Heredia para Xordica Editorial

En la columna también comenta la multiplicación de las editoriales independientes y de las librerías, pero no de los lectores.

Todos estamos igual. El mundo se ha atomizado. Hay muchísima más oferta tanto de editoriales como de librerías. España es el único sitio donde aumenta el número de librerías. También hay muchos más escritores. Pero el número de lectores no ha aumentado. No creo que autores consagrados vendan más.

Se avecina la Feria del Libro de Madrid. ¿Qué opinión le merece el evento?

Yo he trabajado allí dos o tres años, entonces es un poco como volver al lugar donde has sufrido (risas). Me gusta porque tiene ese elemento divertido como de campamento de escritores y me parece simpático. Cuando vine a vivir a Madrid me parecía lo más, como cuando un guionista va a Hollywood. Luego me di cuenta de que la realidad es otra.

Es descorazonador el contraste de afluencia a las firmas de libros entre escritores de calidad y los youtubers, por ejemplo.

Lo de los youtubers es un medio nuevo que ha surgido y que se encuentra en su apogeo. Habrá que ver cómo se integra. Es algo que yo no entiendo, porque como no soy consumidora de ese medio, para mí es completamente desconocido, un misterio. También los presentadores de televisión sacan libros. Lo único que eso demuestra es que el libro sigue teniendo un prestigio.

Volviendo a usted, ¿tiene un proceso a la hora de escribir?

Depende. Una cosa son los libros unitarios, como las novelas, y por otra parte están los de cuentos. Por ejemplo, mi primer libro, París Tres lo escribí sin darme cuenta de que estaba escribiendo un libro. Ahí no hubo proceso. Escribía todos los días un diario y luego fue como el montaje de una película. Y después escribí un libro de cuentos, que tiene otra distancia. En los cuentos es muy importante la salida, es como una carrera de cien metros lisos: si sales mal, has perdido.

Aloma Rodríguez. Fotografía de la web Microrevista.com
Aloma Rodríguez / Fotografía de la web Microrevista.com

En Letras Libres, una publicación mensual donde se analiza, reflexiona y comenta la actualidad, se hace un periodismo de largo plazo. ¿Qué ventajas cree que tiene este sobre el del día a día, el periodismo de batalla a pie de calle?

Para mí, todas. Siempre le digo a mis compañeros que no tengo la pulsión de los periodistas de la noticia. Lo que me interesa es ver qué está pasando e intentar hacer un plano general: por qué está pasando y cuál es la conversación en torno a ello. Y creo que una revista mensual es el medio perfecto para eso.

¿Cuál diría que es la función del periodismo cultural, como el que hace en sus colaboraciones con Letras Libres o El Heraldo de Aragón?

Me gusta pensar en la conversación, colaborando en ella proponiendo ideas y puntos de vista. Y, al final, dar herramientas para intentar comprender el mundo. Eso se traduce en hablar de películas, libros o discos interesantes, o en hacer una entrevista.

¿Tiene algún proyecto ahora mismo entre manos?

Estoy trabajando en un libro de cuentos y en una novela.

¿Simultáneamente?

Bueno, estaba con una novela, pero como no consigo el tiempo necesario… Cuando nació mi segundo hijo releí Las pequeñas virtudes, un libro de Natalia Ginzburg, que es una escritora que me gusta mucho. Hay un ensayo en el que dice que cuando nacieron sus hijos pensó que nunca más sería capaz de volver a escribir porque jamás podría ya abandonar el mundo real para seguir a los personajes de su cabeza, que es en realidad en lo que consiste escribir. Entonces hay veces que me cuesta abandonar ese mundo real. Sobre todo para escribir la novela, que necesito aislarme mucho del ahora. Eso, con niños pequeños, cuesta. En cambio, con los cuentos, como son más cortos, si salgo bien, ya lo tengo todo hecho.

Estaba trabajando en la novela y no conseguía escribir al ritmo que me gustaría. Así que, mientras, he estado haciendo cuentos y recuperando algunos que ya había editado. Porque escribes mucho para revistas u otras publicaciones y si no los reúnes se pierden, entonces me gustaría tenerlos todos juntos.

Le voy a pedir tres recomendaciones de libros y de películas que resuenen a un nivel personal con usted.

Mi película favorita de la historia de la humanidad es La princesa prometida de Rob Reiner. Creo que está todo ahí: la relación con los hijos y con la literatura, cómo opera la ficción, el amor y el sentido del humor. Explica el poder de las historias y el poder de la ficción.
La fiera de mi niña, con Cary Grant, tiene cierta relación con mi libro Solo si te mueves. Trabajé un año en el Dinópolis de Teruel y utilicé esa experiencia para escribirlo. En la película, Cary Grant es un paleontólogo que está esperando la clavícula del brontosaurio, e incluyo algún guiño al respecto. Las screwball comedies me encantan, y esta la que más. Y Pauline en la playa, de Éric Rohmer, que tiene eso del primer amor adolescente en el verano.

Y tres libros.

Amarillo, de Félix Romeo. Es un libro que me marcó mucho y además era un modelo de Los idiotas prefieren la montaña. Un amigo suyo se suicidó cuando con 23 o 24 años y, mucho tiempo después, Félix escribe sobre ese suicidio y sobre cómo le afectó a él. Lo llama “el crimen perfecto”. Habla de cómo se siente culpable de ese suicidio y de cómo eso hace que se convierta en escritor.

La Regenta me gustó muchísimo. Yo soy de Filología Hispánica, así que me ha tocado leerme toda la literatura canónica española y La Regenta me gustó y me influyó mucho. Aunque más que la obra en sí fue el profesor que me hizo estudiarla y hacer un trabajo sobre ella. Es un libro que me enseñó a escribir sobre literatura y a estudiar la literatura.
Y El Amante, de Marguerite Duras. Es de mis favoritos. Ese, o Buenos días, tristeza de Françoise Sagan. Cualquiera de los dos me parece lo más.

"El periodismo cultural consiste en dar herramientas para intentar entender el mundo"