martes. 23.04.2024

La política, tan compleja en muchos de sus aspectos, a veces se basa en un proverbio que lo simplifica en 8 palabras: el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Este dicho, de supuesto origen árabe, es extrapolable a la mayoría de conflictos políticos en la historia. Así que la pregunta que nos deberíamos formular a continuación sería: ¿de quién es enemigo la Generalitat? Y, ¿de quién lo es el Gobierno central español? Obviamente, el Gobierno de España posee suficientes amigos dentro y fuera de su territorio para poder hacer frente al tantas veces nombrado “desafío independentista”. La auténtica duda llega cuando nos paramos a pensar en quién puede llegar a apoyar a Puigdemont y compañía. El diario El País lo encontró, tras una ardua búsqueda, y así nos lo hizo saber en los cerca de 10 artículos sobre la influencia que tuvieron Rusia, Assange y Venezuela y que fueron publicados en su web.

El origen de tal cantidad de artículos (no me atrevo a asegurar cuál es el número exacto) proviene de la información dada por el Gobierno y que explicaba que Rusia habría utilizado miles de cuentas hackeadas y bots para dar difusión a la causa independentista durante los días más agitados del suceso. ¿Es cierta esa afirmación? Puede ser, pero no es algo que podamos saber a ciencia cierta porque ningún órgano oficial ha decidido poner el grito en el cielo por ello y acusar al Gobierno ruso. Simplemente, desde el Gobierno español lo dan por contrastado y así lo han discutido en Bruselas con el resto de países de la UE.

Sin embargo, el diario El País sí que dedicó muchos y variados espacios de su versión web al tratamiento (quizá no demasiado profundo) del tema. Los titulares rezaban: La maquinaria rusa ganó la batalla ‘online’ del referéndum ilegal o La trama rusa empleó redes chavistas para agravar la crisis catalana. Según dicho diario, esta práctica del Kremlin supuso la difusión y la propagación de muchos bulos y de diversas informaciones falsas que dañaban la imagen del Gobierno Español. Algo que es indudablemente cierto porque durante esos días se difundieron una cantidad ingente de bulos, debido sobre todo a la gran cantidad de información que se manejaba en esos días y el enorme flujo de acontecimientos. De este modo, los bots propagaron todo este tipo de informaciones y más. A pesar de todo, la mecha se está consumiendo.

La crisis en Cataluña ya no tiene la tirada que tenía hace 2 o 3 semanas. Ya no es un tema que obligue a la gente a comprar periódicos o a dar una buena cantidad de visitas a la web. Por ello, era imprescindible la entrada en escena de los “personajes comodín” de la prensa española: Putin, Maduro y Assange. ¿Qué hay mejor para reavivar el interés de la gente que una alianza Puigdemont-Putin? Posiblemente nada. Más fácil todavía lo pone el bando independentista si cogen a Oriol Soler en la embajada de Ecuador en Londres donde lleva viviendo Assange 5 años. Blanco y en botella.

Creado así el vínculo, solo queda dar mucho bombo al suceso y que la propia imagen de Putin en España haga el resto. No es difícil imaginar al Presidente de la Federación Rusa, ese hombre que vive apartado de la unidad de la UE y que tiene relaciones y negocios con países orientales dudosamente democráticos, ayudando a un grupo de políticos independentistas a ir en contra de un gobierno occidental que les supera en todos los frentes. Así, El País ha sobreexplotado una información que tiene todos los ingredientes para dar que hablar y, de paso, colocar en el punto de mira de la opinión pública la que puede llegar a ser la pareja de moda: Putin y Puigdemont.

La historia necesita un poco más de Rusia