El hilo en ocasiones tambalea.
Un vacío que agranda, sobreviene sin aviso.
Un remolino de viento pasa por mi ventana.
y de fondo las hojas
en una carcajada conjunta.
El mismo acorde que prestan oídos los borrachos
cuando adentrados en un sueño de vidrio
abrazan los colores que danzan ante sus ojos.
En ocasiones hay un vacío que agranda
como las vueltas a la mañana siguiente del tocadiscos.
El silencio atronador abre los ojos
y entre sus alas negras el llanto
y en la ventana, el viento entra,
se lleva los restos que yacen sobre la cama.
Hay días en que la vida vale muy poco,
que la quietud duele en el vientre,
que la cerilla se apaga sin prender nada,
que todo sigue girando con la aguja arañando el día
y el brazo arrastra sobre mi pecho
pero no hay surcos que pueda leer
y de nuevo
el silencio.